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Honduras. Cuando el artista hondureño Gustavo Armijo hizo en 2004 un grabado que simboliza un recuento del famoso libro ‘El Principito’, del francés Antoine de Saint-Exupéry (1900-1944), nunca imaginó que 20 años después sería parte de la Exposición ‘Del Principito y otros cuentos’, en Tegucigalpa.
La muestra, con unas 30 obras de Armijo, surgió de una iniciativa de la Alianza Francesa y resume en parte la obra del artista, que comenzó a trascender en 1967, cuando era alumno de la Escuela Nacional de Bellas Artes, con su primer grabado, ‘Masaya’, una muestra de la escena típica de esa ciudad nicaragüense, con su marimba y su gente.
Los grabados dedicados a los migrantes
Armijo fue invitado por la Alianza Francesa en el marco de los festejos de la francofonía para que hiciera un recuento de ‘El Principito’, sin saber que él, desde hace 20 años, conservaba una obra con el personaje central del libro.
“Lo tenía por ahí alzado, siempre trabajo sin pensar en quién me va a comprar una obra y en algún momento surgen ideas buenas para exponer”, dijo a EFE Armijo, de espeso y largo bigote blanco, mientras mostraba sus obras en la Alianza Francesa.
Entre otras obras de Armijo figuran dos grabados dedicados a los migrantes, el primero hecho hace 25 años, cuando todavía, como lo recuerda el artista, la migración de hondureños, principalmente hacia Estados Unidos, no era tan peligrosa y más barata, aunque ya habían ‘coyotes’ (traficantes de personas) haciendo negocio.
Armijo conoce la experiencia del migrante porque vivió varios años en EE.UU., aunque no de manera irregular, y en su opinión “cada migrante es una novela completa de personas de todo tipo, que vienen y van”.
En una de las obras sobre migrantes se ven representadas todas las clases sociales, familias completas sufriendo las inclemencias del sol, la lluvia, malos tratos, cansancio y otras de alguna discapacidad.
50 años de pasión
La segunda obra recoge a un presunto ‘coyote’, un niño con su cabeza cubierta con un casco nazi y montado en un caballito de madera; otro que lleva por sombrero un barquito de papel; una madre, una mujer embarazada, de tacones altos; un sacerdote que no se decide, un dirigente apoyado en un bastón y otros sin ropa, relató Armijo.
Con una carrera de más de 50 años haciendo lo que más le gusta, Armijo indicó que este jueves empieza “una caminata hacia los 80 años de vida» y que se mantiene «activo, principalmente en el dibujo y el grabado”.
El artista, que ha expuesto en Centroamérica y EE.UU., también recordó cuatro años de estudio en la Academia San Carlos, de la Universidad Nacional Autónoma de México, y otros en Costa Rica.
Añadió que le gusta mucho el dibujo porque puede hacerlo desde una servilleta en un café, pero que en casa también hace «grabados por la facilidad para sacar copias, que son todas originales».
Para los grabados, Armijo maneja una técnica sobre madera (xilografía) o neolite (material sintético), «utilizando cuchillas para dar forma a las obras originales.
De su carrera, Armijo dice que es “linda”, aunque ha “sobrevivido con grandes dificultades” por la falta de apoyo al arte en Honduras, donde también ha trabajado como fotógrafo y camarógrafo del Comité para la Defensa de los Derechos Humanos, en el temible decenio de los 80, que dejó más de un centenar de desaparecidos.
“Eso me sirvió de mucho, también ejercí la docencia”, recuerda Armijo, padre de seis hijos, los últimos cuatro procreados con Clara, su compañera, a quien define como «una gran mujer y gran persona», quien además le ha visto crecer como artista.
Fuente: EFE