Una dilatación de los vasos de la columna podría ser la causa de dolores de espalda inexplicables, como los que aparecen después del reposo o para los que no se puede encontrar motivo mediante una tomografía computarizada o una resonancia magnética.
El dolor de espalda es un problema “democrático” que, tarde o temprano, le sucede a casi todo el mundo.
En algunos podría depender de una causa distinta a las clásicas, en las que hasta ahora no se había pensado mucho: un nuevo mecanismo subyacente al dolor, que involucra a los vasos sanguíneos de la espalda y que podría abrir el camino a nuevos métodos de tratamiento, pero que sobre todo subraya una vez más lo útil que es el movimiento para tener una columna sana.
Nueva teoría
La nueva hipótesis proviene del fisiatra Luigi Tesio, director del Departamento de Ciencias Neurorrehabilitativas y del Laboratorio de Investigación en Rehabilitación Neuromotora del Auxologico de Milán, que trata de explicar también los casos de dolor de espalda que no están justificados por mecanismos clásicos como el de la compresión nerviosa, hernias discales, artrosis.
“Estos mecanismos son demasiado simplistas y no explican paradojas aparentes, como el dolor después del reposo en cama o de estar sentado, la mala correspondencia entre el dolor y las imágenes de TC o RM, el curso caprichoso de los síntomas con recaídas después de períodos de recuperación espontánea”, especifica Tesio. “Hasta ahora se ha pasado por alto un elemento fundamental en la génesis del dolor, a saber, la dilatación de un plexo venoso (un conjunto de vasos sanguíneos venosos) que recubre el interior del canal espinal”.
Se llama plexo venoso de Batson o epidural y el fisiatra empezó a plantear la hipótesis de su papel en el dolor lumbociático en los años 1990, porque “estas venas pueden dilatarse fácilmente, por la compresión de una hernia discal o incluso por una simple tos: esto hace que ‘provoque un estorbo’ local pero también puede inflamarse si la sangre se estanca, provocando la aparición de varices e incluso una auténtica flebitis”.
Esta especie de ‘varices’ de la columna, en un espacio óseo estrecho, puede provocar dolores con características “inexplicables” considerando sólo las causas clásicas del dolor de espalda.
Terapias personalizadas
Considerar la posibilidad de que existan alteraciones venosas puede resultar útil en la fase de diagnóstico y en la elección del tratamiento: con la tomografía computarizada y la resonancia magnética “las alteraciones anatómicas modestas son casi la regla general, incluso en personas asintomáticas”, afirma Tesio, que explica su teoría en su reciente libro Dolor lumbociático (Il Pensiero Scientifico Editore).
“En consecuencia, el siguiente paso será integrar las imágenes clásicas con el estudio del plexo venoso epidural, lo que todavía no es fácil. Entonces resulta importante interpretar las imágenes a la luz de los síntomas y el examen clínico”. El objetivo será distinguir los diferentes dolores de espalda para dar respuestas terapéuticas más adecuadas: si la causa vascular tiene un papel importante, como puede ocurrir cuando hay mayor “congestión” venosa como en el embarazo o en personas con insuficiencia cardíaca. El manejo del dolor debe diseñarse para afectar las condiciones específicas de esos vasos.
“Los ejercicios, la fisioterapia instrumental y los fármacos no requieren grandes innovaciones respecto a lo que ya está disponible, sólo hay que elegirlos racionalmente”, observa el fisiatra. “Sin embargo, el principal enemigo de la espalda sigue siendo la falta de movimiento, precisamente por la estasis venosa que conlleva”. El ejercicio físico es, por tanto, la primera prevención y la primera cura, incluso cuando el problema depende de alguna alteración de la circulación en la columna.
Fuente: El Mundo.