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Llega a la cocina con una idea clara, pero al cruzar la puerta, algo se diluye. Ya no recuerda a qué venía. Y se queda unos segundos frente a la nevera, como si el frío pudiera refrescarle la intención que se perdió con el cambio de lugar.
Este fenómeno ha sido estudiado por la psicología cognitiva y es conocido como ‘efecto umbral’ (doorway effect o location updating effect, en inglés).
Basta con atravesar una puerta para que el cerebro interprete que ha terminado una función y empieza otra.
Esto ocurre porque nuestra memoria semántica (la que utilizamos para recordar conceptos) funciona mejor cuando está asociada a la memoria episódica (la que usamos para recordar lugares), y esta última se vincula a claves contextuales. Por eso, al volver al contexto original –con algo de disimulo, si hay alguien presente–, solemos recuperar la información perdida.
Una farsa fugaz que bien podría representarse sobre las tablas del icónico y carnavalesco Gran Teatro Falla de Cádiz, frente al que estoy escribiendo estas palabras.
BBC.com