Otro año de récord en Andalucía con la turismofobia en crecimiento

España. El año de mayor crecimiento turístico de la historia y, en consecuencia, el año que más dinero entrará en Andalucía. 2024 será otro año de récord. Pero hace tiempo que los mayestáticos dejaron de impresionar en esta región. Este verano las autoridades y los empresarios han anunciado sus datos con una prevención que hasta ahora no figuraba en su argumentario.

El presidente de la Diputación de Málaga y máximo responsable público del turismo de la Costa del Sol, el popular Francisco Salado, presentó las buenas nuevas con un mensaje paralelo: Ojo con la turismofobia que podría poner en riesgo la llegada de más de catorce millones de turistas y la generación de casi 19.000 millones de euros de facturación. Salado se refería al creciente malestar vecinal que no solo afecta a los municipios de la Costa del Sol sino que se extiende a buena parte de las ciudades y pueblos andaluces, cuyos centros históricos padecen de un tiempo a esta parte una acusada gentrificación.

Este verano pasear por la calle Larios de Málaga, por la plaza Virgen de los Reyes de Sevilla, por plaza Nueva en Granada o por la calle Levíes de Córdoba es constatar que más del 85 por ciento de los viandantes con los que tropecemos son turistas, la mitad de ellos extranjeros. Asociaciones de vecinos y colectivos sociales de las principales ciudades turísticas andaluzas llevan años alertando de la pérdida de identidad, de la incomodidad que genera la actividad turística y, sobre todo, del aumento de los precios que ha traído consigo ser parte de un lugar de indiscutible atractivo viajero.

En Málaga, por ejemplo, se les ocurrió este año una campaña dirigida a los colegios públicos bajo el lema «El turismo es bueno para todos, cuidémoslo» que ha llegado a más de tres mil alumnos de cuarenta de los más turísticos municipios de esta provincia.

El último en advertir del peligro ha sido el propio Ayuntamiento de Sevilla, cuyo alcalde, José Luis Sanz, negocia con la oposición medidas que frenen la proliferación de los pisos turísticos, la alternativa barata al tradicional alojamiento hotelero. A pesar de que los precios no han cesado de aumentar (entre un doce y un veintidós por ciento según el Observatorio Turístico de Andalucía) la llegada de turistas no ha dejado de crecer, en especial en las provincias costeras. Aumenta en ciudades monumentales como Sevilla, Granada o Córdoba y crece hasta en Jaén capital donde el máximo atractivo turístico es que hasta hace pocos años carecía de turismo.

Los números récord no son solo patrimonio de los malagueños. En Andalucía se espera otro verano histórico. Las previsiones anuales, publicadas a principios de 2024, anunciaban la llegada de más de 35 millones de turistas a las ocho provincias andaluzas, en especial a su litoral y sus grandes ciudades. Juanma Moreno Bonilla, el presidente de la Junta de Andalucía, recordaba en enero pasado, en el marco de Fitur, que Andalucía era la principal receptora de turismo nacional e internacional de España «por atractivo, clima, seguridad, precios y calidad del servicio». Hacer que estas palabras sigan teniendo sentido en los próximos años, asumiendo tal cantidad de turistas, será el reto al que Andalucía habrá de hacer frente.

El turismo que no ha cesado de crecer es el internacional. Superados los tiempos de incertidumbre sanitaria, los europeos se han echado a los aviones a tomar las principales ciudades marítimas andaluzas. Los que más han crecido en Málaga han sido, por este orden, polacos, alemanes e italianos.

No todos los turismos son lo mismo. Muchos ayuntamientos se han dado cuenta de que ser tolerante con el reparto de licencias de apartamentos turísticos no trae más que problemas y pobreza a medio y largo plazo. De forma discreta y en silencio, muchas administraciones públicas llevan años apostando por el turismo de lujo que sigue siendo el que más divisas genera. El laboratorio de este segmento continúa radicado en el triángulo de oro que conforman Marbella, Benahavís y Estepona.

El alcalde de esta última ciudad, José María García Urbano, no ha disimulado nunca su empeño en convertir esta localidad, situada entre Sotogrande y las grandes áreas del lujo marbellíes, en epicentro de la exclusividad, de un turismo no invasivo, selecto y de alto poder adquisitivo, adscrito al lifestyle, a la alta gastronomía, a la salud y sensible a su vez a los problemas del medio ambiente. Este retrato robot no es solo el anhelo de Estepona: es el deseo de cualquier municipio de Andalucía y de España. Y aunque muchos son los llamados muy pocos son los elegidos para atender con rigor este arrebatador paradigma. Lo saben en las grandes ciudades donde no han dejado de crecer los proyectos hoteleros de cinco estrellas y junto a ellos una nómina de restaurantes laureados con grandes condecoraciones.

Turismo rural es todo aquel que se practica en localidades de menos de diez mil habitantes ligadas, la mayoría de ellas, a espacios naturales protegidos. Esa máxima determina que las ocho provincias del sur poseen sobrados atractivos turísticos vinculados a este segmento. Hasta hace apenas cinco años el turismo rural era el destino de dos perfiles muy concretos de turista: amantes de la autenticidad y la naturaleza, y familias de recursos económicos más limitados. Pero en este lustro los precios no han cesado de crecer y hoy día reservar habitación en un hotel de Cazorla, Segura y Las Villas, Sierra Norte o las Alpujarras de Granada o Almería supone pagar un precio similar al que abonaríamos en una capital de provincia.

A pesar de ello el turismo rural es el segmento que más ha evolucionado porque se ha subdividido en argumentos cada día más amplios, atractivos e imaginativos. Astronomía, ornitología, geología o alpinismo no son solo ciencias y prácticas deportivas, sino apellidos asociados a una clase de turismo en aumento. Hay turismo astronómico en la Sierra Morena cordobesa, turismo ornitológico en el interior de Cádiz, turismo geológico en el Andévalo onubense y alpinismo en Sierra Nevada y las altas cumbres jiennenses.

Fuente: El Mundo

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